Hay cosas en la vida que no te pueden ser indiferentes, o te hacen muy feliz o las aborreces... Pero dentro de esas dos posibilidades tienes varias opciones a la hora de vivir la experiencia. Algo así sucede con las compras en IKEA, si una pareja supera una tarde de sábado en una de sus tiendas eligiendo muebles para su nueva casa, no habrá duda de que están hechos el uno para el otro.
Si alguna vez os habéis parado en una tienda IKEA y habéis mirado durante un rato a vuestro alrededor, seguramente os habréis dado cuenta de los distintos tipos de personas y en particular de parejas que podéis encontrar de compras allí. Para un estudio sociológico podría dar aquello. Sorprendida estoy de que nadie haya hecho aún una tesis doctoral al respecto, pero por ahora, nosotros vamos a darle un repaso al asunto con toque de humor.
IKEA fans
Las parejas que lo tienen más fácil y las que se reconocen con más evidencia, son aquellas en las que los dos son fans de la firma sueca. Se identifican fácilmente porque ambos salen del coche con una amplia sonrisa y recorren la tienda parándose en todos los detalles, rebosando en sus caras ilusión, sin intención de disimular su emoción.
Cuanto más reñidos...
Otro clásico en IKEA es el de las discusiones, que si eso que te encanta a mi no me gusta, que quién lo va a montar al llegar a casa, que para que necesitamos otra maceta, otro jarrón, otra bandeja u otra cesta si ya tenemos docenas!! A veces las parejas con riñas controlan el tono para que la discusión no sea evidente ante el resto de clientes, pero sus miradas de eso ni de coña no nos lo llevamos, los delatan.
Si uno no quiere, dos no discuten
Ante la situación anterior del desacuerdo hay otra opción además de la de discutir y es que uno de los dos que forman la pareja pase del tema. Normalmente será el que no es IKEA fan, pero que tiene la capacidad de adaptarse al hecho de que su pareja sí que lo es y tolera con flexibilidad que el otro se emocione y compre lo que quiera diciendo ok a todo. Son parejas que vemos en IKEA en las que uno no para de hablar, mostrar y proponer y el otro básicamente asiente.
Si lo sé, no vengo
En los dos casos anteriores cabe la posibilidad de que uno de los miembros de la pareja, o ambos, se arrepientan de haber decidido ir juntos a comprar a IKEA y quieran dar marcha atrás, pero ya sabemos todos lo complicado que es salir de las tiendas de la firma sueca, así que estas parejas las reconoceremos fácilmente al ver que avanzan por los pasillos, cabizbajas, con cara de quién me mandaría a mi...
Juntos pero no revueltos
Una de las mejores soluciones para evitar las situaciones complicadas es la de decidir que la pareja se separe durante el recorrido y se vuelva a reencontrar al final de la tienda, un tú a Boston y yo a California pero en pequeña escala. Hay parejas que se separan ya en la entrada, así cada uno va viendo lo que le gusta y lo que le interesa y solo al final hacen puesta en común de lo que cada uno quiere comprar.
Se lo llevan todo, todo y todo
Ya al final, a la hora de recoger los artículos elegidos están los que se lo llevan todo. Estas parejas tendrán el coche cargado hasta arriba, porque han estado de acuerdo a la hora de elegir las cosas que iban a comprar y porque entre caprichos de uno y otro han comprado otras tantas, o más, que a priori no tenían previstas.
Con las manos vacías
La otra opción es la de acabar saliendo de IKEA sin nada, tanta complicación para llegar a acuerdos puede hacer que al final uno se recorra toda la tienda en vano. Esto mejor no, eso no me convence, aquello total para qué y al final algunas parejas acaban llegando al coche con las manos vacías y una tarde perdida... Bueno, no del todo que al fin y al cabo caminar es un hábito de vida saludable.
¿Habéis visto situaciones así de compras en IKEA? ¿O las habéis vivido con vuestra pareja?
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