Año a año en Decoesfera sabemos que es primavera, con permiso de El Corte Inglés, cuando Casa Decor nos invita a visitar el edificio que ha elegido para la exposición. Claro que en esta ocasión nos hemos llevado dos pequeñas sorpresas: que la cita se ha adelantado casi un mes y que la ubicación elegida para esta edición de 2013 en Madrid es bastante diferente a lo que últimamente estábamos acostumbrados.
Y es que Casa Decor va a celebrar su edición número 48 en un edificio moderno del barrio de Almagro, donde estuvo la sede de la Embajada Británica en Madrid, en la calle de Fernando el Santo, 16, esquina con Montesquinza. Hasta allí nos fuimos ayer para descubrirlo, a pesar de la lluvia.
Construido en 1966, sobre el antiguo palacete del Marqués de Álava, el edificio de la antigua Embajada Británica cuenta con 3.900 metros cuadrados edificados en forma circular, en torno a un gran patio central protagonizado por una fuente de alabastro, que sin embargo no vamos a tener ocasión de disfrutar porque se desmontará para el evento.
Cuenta además con una amplia zona de aparcamiento y un sótano que se utilizó como zona social de los diplomáticos, con piscina, bar, duchas y otras dependencias, en las que desarrollaban múltiples actividades de sus consejerías de cultura y comercio.
Como véis el revestimiento exterior es de granito gris y juega con las líneas geométricas de las ventanas, que dibujan una cenefa neoclásica que contrasta agradablemente con los edificios que la rodean, casi todos de finales del XIX. La entrada al edificio se realiza a través de la planta principal, con sus correspondientes verjas y controles de acceso.
Una vez traspasados y atravesado el patio accedemos al interior, que está organizado en tres plantas, con casi 90 espacios destinados a oficinas que se suceden uno tras otro comunicados por pasillos circulares. Para que os hagáis una idea, es algo así como una gran caja de quesitos, en la que cada porción correspondería a una oficina.
Los amplios ventanales, unidos al patio central, hacen que todos los espacios gocen de abundante luz natural y unas vistas espléndidas. Por lo demás son como todas las oficinas, eso sí con enchufes típicos británicos y todo absolutamente enmoquetado, hasta el baño, con los colores de la Union Jack.
Las tres plantas son idénticas, excepto la última, que acoge el despacho del embajador, en la foto, y una zona acorazada, tipo búnker, donde probablemente estuvieron todos los controles de seguridad de la delegación diplomática.
Tengo que deciros que los muebles sesenteros del despacho, los únicos que quedan en el edificio, nos pusieron los dientes largos a la mayoría de los presentes y quien más quien menos se hizo sus composiciones de lugar imaginándose en su casa las lamparitas, los sillones o una de las dos estupendas mesas.
En definitiva, en esta ocasión nada de frescos ni elaboradas y artísticas molduras de escayola, un cambio de registro, con un edificio de oficinas que seguro va a constituir todo un reto para los profesionales, que deberán transformarlo en espacios residenciales actuales. Esperamos ansiosos para ver cómo lo resuelven.
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