Seguramente habréis oído que mezclar lejía con amoníaco, a la hora de limpiar, puede ser muy peligroso. En general, no se recomienda mezclar lejía con otros productos de limpieza comunes porque puede haber riesgos graves y siempre es conveniente leer las indicaciones de cada producto que expone su fabricante, pero consultando a un químico experto podemos entender mejor los riesgos, las causas y las mezclas que se pueden hacer y las que no.
Desde el punto de vista químico, el hipoclorito de sodio es el principio activo de la lejía y se encuentra también presente en otros desinfectantes. El hipoclorito de sodio (NaClO), en disolución acuosa, reacciona con el amoníaco (NH3) para dar lugar a hidróxido de sodio (también conocido como sosa caústica, NaOH) y cloramina (NH2Cl) según la reacción química:
Mezcla de lejía y amoniaco
Por tanto, cuando se mezcla lejía con amoníaco, se produce cloramina, que es un gas tóxico y la exposición a ese tipo de gas, especialmente si es durante un tiempo prolongado, puede provocar los siguientes síntomas:
- Tos.
- Náuseas.
- Dificultad para respirar.
- Ojos llorosos.
- Dolor en el pecho.
- Irritación en la garganta, nariz y ojos.
- Sibilancia.
- Neumonía y líquido en los pulmones.
Debemos ser siempre cautos, porque el amoníaco puede estar presente en algunos limpiadores de cristales y ventanas, pero también en pinturas para interior y exterior e incluso en la orina, por lo que conviene tener cuidado al limpiar, por ejemplo, la caja de arena de los gatos.
Mezcla de lejía y ácidos
Cuando se mezcla lejía (hipoclorito de sodio) con un ácido, se desprende gas cloro (Cl2), que a su vez se puede combinar con el agua para formar otros ácidos como el clorhídrico (HCl) e hipocloroso (HClO).
La exposición al gas cloro suele irritar ojos, garganta y nariz, puede causar tos y problemas respiratorios. En niveles altos de exposición pueden también causar dolor en el pecho, dificultades respiratorias graves, vómitos, neumonía o líquido en los pulmones, pudiendo incluso causar la muerte. Por su parte, el ácido clorhídrico puede provocar quemaduras en piel, ojos, nariz, garganta, boca y pulmones.
Entre los productos que contienen ácidos están algunos tan básicos y simples como el vinagre y algunos limpiadores de cristales, también detergentes para lavavajillas, limpiadores de inodoros y desagües o productos para eliminar óxido entre otros. De ahí que debamos ser muy cautos también al manipularlos, leer etiquetas y evitar mezclas.
Otras mezclas prohibidas
La lejía también puede reaccionar con algunos limpiadores de hornos, alcoholes, agua oxígenada, etc. Los productos químicos para piscinas suelen contener hipoclorito de calcio o hipoclorito de sodio y no deben mezclarse con otros productos de limpieza.
Consejos para evitar riesgos
En general, lo más recomendable es no mezclar productos de limpieza para no correr ningún riesgo. También es conveniente leer las etiquetas de los productos para saber lo que estamos utilizando y las recomendaciones de uso por parte del fabricante, así como sus riesgos.
Un químico experto añadiría que, en todo caso, si vamos a experimentar con alguna mezcla debemos tener las siguientes precauciones: hacerlo en exterior o en un lugar bien ventilado para minimizar posible contaminación por inhalación de gases, hacer la prueba con cantidades muy pequeñas y no repetir con cantidad más grande si vemos que hay reacción y podrían surgir problemas y, finalmente, tomar precauciones como uso de mascarilla, guantes o gafas de protección para mayor seguridad.
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