No sé vosotros, pero en mi caso no fue hasta la semana pasada escuchando la radio cuando me empecé a plantear serias dudas sobre la causa de la muerte de Napoleón. En mi época estudiantil era dogma de fe que el depuesto emperador había muerto envenenado con arsénico por alguien muy cercano, algo que al parecer demostraba la gran concentración de este elemento que se había encontrando analizando los cabellos que algunos de sus seguidores habían conservado como recuerdo.
Pues no, ahora resulta que, según aseguraba el locutor, el responsable de la muerte de Napoleón no era sino el color verde del papel con que estaba revestida la mansión de la isla de Santa Elena, Longwood House, en la que permaneció exiliado durante seis años. Como comprenderéis me puse a investigar inmediatamente esta otra versión decorativa y, sí, a tenor de las numerosas opiniones vertidas, parece que hay bastante de razón en ella, por lo menos a mí me gustaría creerlo porque resulta una historia verdaderamente curiosa y divertida.
Las diferentes teorías alternativas a la muerte de Napoleón, oficialmente debida a una úlcera gástrica, comenzaron a generarse casi inmediatamente a partir de su muerte, acaecida el 5 de mayo de 1821, cuando tenía 52 años.
En 1982 se dio a conocer un análisis químico del papel pintado del estudio de la casa Longwood donde Napoleón pasó los últimos seis años. El papel tenía pintadas rosetas marrones y verdes, y el pigmento verde contenía ni más ni menos que arsénico, en concreto arsenito de cobre. Se apuntó así que los vapores emanados del papel podrían haber sido la causa del envenenamiento.
Pero no sólo había arsénico en la casa de Napoleón, también estaba presente en la decoración de todas las casas acomodadas de la época. Y es que el veneno estaba camuflado en el color verde Scheele, llamado así en honor a su descubridor el químico sueco Carl Wilhelm Scheele, famoso por haber descubierto también el oxígeno, el cloro, el magnesio o, entre otros, el amoníaco.
Él fue quien en 1775 obtuvo por primera vez este pigmento, profusamente utilizado en los siglos dieciocho y diecinueve. Se preparó por toneladas, fundamentalmente en Inglaterra, para colorear los papeles pintados y las tapicerías que habrían de decorar las casas europeas de la época. Éste fue el verde favorito del pintor romántico inglés Joseph Turner y más tarde del impresionista francés Edouard Manet
Al parecer el ambiente húmedo y mal ventilado, la celulosa del papel y la colaboración de algunos hongos favorecían la descomposición del arsenito de cobre, principal componente del pigmento, para dar lugar a la formación del gas trimetilarsina. En sí la inhalación de este gas no es muy peligrosa, pero la permanencia durante años en habitaciones decoradas con este papel podría llegar a ser mortal, sobre todo en los húmedos inviernos de las casas victorianas orientadas al norte o en una isla perdida del Atlántico como Santa Elena.
Y hete aquí la causa de la muerte de Napoléon, en versión decorativa, claro está. ¿Nos quedamos con ella?
Imagen | Wikipedia
Más información | La biblioteca de Babel, Por la boca muere el pez, Diario de Cádiz
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