Antes que nada empezaré entonando el mea culpa porque nosotros en Decoesfera, yo incluida, también publicamos hace años, sobre todo cuando comenzaba el blog, información sobre el feng shui y sus "técnicas" y artículos que incluyen términos como aromaterapia o cromoterapia... Eran otros tiempos, se veía como algo de moda, que inspiraba a los famosos y sobre lo que los lectores demandaban información y no se veía en este tipo de contenido la peligrosidad que hoy en día tiene por su mal uso del concepto de energía.
No digo que todo en el feng shui sea malo, al contrario, hay muchas cosas que no es que sean buenas sino que son directamente de sentido común: el menos es más, el orden en casa... Pero la semana pasada varios medios de prensa de los catalogados como fiables y serios se hacían eco de los presuntos "beneficios de las lámparas de sal" a la hora de mejorar la energía en el hogar dejando claro su total desconocimiento sobre los principios más básicos del electromagnetismo y eso sí que me parece preocupante.
Hay mucho debate hoy en día, se ve a diario en las redes sociales, sobre temas de este tipo en diversos ámbitos. Bajo mi punto de vista no se trata de estar a favor o en contra, se trata de distinguir entre lo que es ciencia y lo que es creencia. Cada uno puede creer en lo que quiera y en lo que le haga más feliz, por ejemplo en el horóscopo, pero eso no le otorga ningún tipo de validez científica. En decoración sucede igual.
La mayoría tenemos en casa algún amuleto decorativo, yo la primera: elefantes, tortugas, brujas, figas, espejos Pa Kua, figuras de Buda feliz, determinadas plantas o velas... Y un sin fin de elementos que por tradición, por herencia, por que nos los han regalado o porque han llamado nuestra atención en alguna curiosa tienda han ido llegando a nuestros hogares. No tiene nada de malo, nos gustan y por eso los integramos en nuestros ambientes, pero lo que no podemos es atribuirles "poderes" que en base al método científico evidentemente no tienen.
El artículo que leí hace unos días publicado, entre otros medios, en La Opinión de A Coruña y en El Faro de Vigo, hablaba sobre la capacidad de las lámparas de sal para neutralizar iones positivos en el aire y absorber el exceso de ondas electromagnéticas emitidas por algunos de los equipos electrónicos de nuestros hogares. No os quiero aburrir con definiciones y leyes de la física (podemos ampliar debate en los comentarios...), pero sí puntualizar que en el artículo en cuestión se confundían conceptos como ionizar el aire o emitir, la lámpara, iones negativos, lo que me lleva a pensar que la persona que lo escribió, por no saber, no sabe ni lo que es un ion y por lo tanto dudo que entienda el concepto de onda electromagnética y que conozca sus tipos, entre los que se incluye la propia luz visible que las lámparas emiten.
De forma sencilla comentar, por ejemplo, que un ion no es más que un átomo al que le faltan o le sobran electrones. Los átomos son las unidades constituyentes de la materia. Así pues, si la lámpara emitiese iones, es decir, sus propios átomos, con el paso del tiempo nos acabaríamos quedando sin lámpara... Eso por un lado. Por otro, suponiendo que lo de emitir aniones sea un error del texto y que quieran decir que la lámpara ioniza el aire, es curioso que no lo acompañen con datos numéricos sobre ese incremento del nivel de ionización, porque hay aparatos medidores para verificarlo. Y todavía más, aún si esas mediciones verificasen lo dicho sobre la ionización, seguiría faltando el estudio científico que avalase la relación entre ese hecho y nuestro estado de salud.
Así que, por favor, dejémonos de magufadas decorativas. Si nos gustan esas lámparas, o las esferas de cristal, o el cuarzo o cualquier otra cuestión para decorar en casa por la luz que proporcionan, por su color o por su forma adelante con ellas, al igual que con cualquier otro adorno. Pero no vendamos como ciencia y menos aún como salud, algo que es simplemente cuestión de gusto y creencia.
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