Hace tiempo, cuando hablábamos de las singularidades en decoración de los diferentes países comentábamos que el estilo francés se reconoce por una magistral manera de integrar su cultura y su historia, por muy decadente que pareciera.
Châteux medio derruidos, que se mantienen con todo el encanto (o más) de antaño, fusión de magníficas piezas palaciegas con objetos cotidianos rústicos o la conservación de muros de piedra o suelos de baldosa tradicional. Vamos a ver un château renovado con un estilo marcadamente bohemio, que nos ha atrapado.
Partimos de la premisa, muy francesa por otra parte, de que lo nuevo y reluciente es hortera, así como suena. Para los interioristas galos, la pátina del tiempo tiene una belleza imposible de imitar, así que no os sorprendáis si os digo que este magnífico château, propiedad de los dueños de Les petites emplettes, Isabelle y Hubert Site, ya está terminado.
Papeles pintados antiguos rasgados, butacas demodé, tapizadas con los terciopelos anticuados pesados y en tonos oscuros frente a banquetas enea repintadas de blanco. Lámparas chinas en algunas estancias contra arañas de cristal dignas de la mejor mansión. Muchos cestos y cestas de mimbre como revisteros, jardineras...
Mosquiteras de IKEA en dormitorios sin cabeceros ni apenas cuadros o cocinas con todas las sillas desiguales alrededor de una mesa refregada, generación tras generación, donde nada parece casar pero todo se integra a la perfección.
Parece que es imposible, pero esta casa tiene un encanto difícil de imitar, es una casa muy acogedora y desde luego personalísima. Desde mi punto de vista cambiaría muchas cosas, pero claro, yo no soy francesa
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